Saber dar, saber sembrar, es algo que traerá frutos constantes en tu vida, en todas las áreas.
Esta ley es asombrosa porque funciona en todos los ámbitos de la vida, ya sean cosas espirituales, emocionales, sociales, familiares, laborales, etc. Dios estableció que todo lo que el hombre siembra, eso mismo cosechará. Nadie puede cosechar lo que no sembró.
Si una maestra de escuela se comporto con su clase de forma dura, incomprensible, exigente, malhumorada e injusta ¿como puede pretender que sus alumnos la quieran y la recuerden bien?, muchas veces queremos cosechar donde no sembramos nada o lo que sembramos fue muy escaso o errado. Tener en cuenta esta ley en nuestra vida nos hará sabios, a veces no nos damos cuenta que estamos sembrando, ya sean cosas buenas o malas, pero debemos estar concientes que en todo momento estamos sembrando. Las relaciones familiares son un ejemplo claro de siembra y cosecha, por ejemplo de padres a hijos o esposos a esposas.
Si con nuestros hijos somos críticos, exigentes y perfeccionistas produciremos una relación tensa, aunque el amor puede permanecer inalterable la relación se desgasta, y hace que los hijos quieran huir de sus padres, es mejor sembrar comprensión, perdón, tolerancia sabiendo corregir solo cuando sea necesario. A veces los hombres quieren cosechar en sus mujeres lo que no sembraron, le son indiferentes, no las escuchan, no le dedican tiempo, pero pretenden que ellas estén siempre preparadas, listas y sonrientes para atender todas sus necesidades.
Si no estás recibiendo cosas buenas, es mejor que pienses todo lo que has sembrado. ¿Qué pasaría si tienes un amigo que en distintas ocasiones te regala cosas valiosas y siempre se acuerda de vos? Seguramente con ese amigo no podrás ser tan desagradecido y olvidarte de regalarle algo ¡¡y mejor que no sea una baratija!!. Todo es siembra y cosecha. Mejor es dar que recibir.
“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” Hechos 20:35
Dar es una llave poderosa.
Saber dar, saber sembrar, es algo que traerá frutos constantes en tu vida, en todas las áreas. Un empleado que por años trabajo fielmente para su empresa, siendo responsable y leal, tarde o temprano será reconocido y ascendido. En el ámbito de negocios he descubierto que las mejores empresas son las que dan siempre un extra a sus clientes, el mejor servicio, cordialidad, calidad y más de lo que esperan, esto hace por consecuencia que esa empresa prospere porque no se dedica a estafar o mentir, sino a dar lo mejor; y todo eso vuelve. Alguien que no podía prosperar me dijo penosamente: “Tendría que estar cosechando, pero no sembré nada en años anteriores y no tengo nada que cosechar”. Cuando en todo lo que emprendas dediques tiempo, empeño y cuides detalladamente de tu emprendimiento seguramente tendrás una buena cosecha al poco tiempo. Personas que por años no han trabajado, no se han esforzado ni dedicado a nada con empeño y después no entienden porque no hay nada que cosechar.
Romper el egoísmo
El egoísta piensa que si da, pierde, pero es al revés, si da, gana. El egoísta entiende que tiene que retener y guardar todo, pero al dar siempre nos llevaremos el corazón lleno de alegría. Hay cosas que no tienen precio. Si te dedicaste a ayudar cuando otros lo necesitaron, seguramente estarán allí para ayudarte. No podemos ser indiferentes a quienes sembraron en nosotros.
El egoísta piensa que si da, pierde, pero es al revés, si da, gana. El egoísta entiende que tiene que retener y guardar todo, pero al dar siempre nos llevaremos el corazón lleno de alegría. Hay cosas que no tienen precio. Si te dedicaste a ayudar cuando otros lo necesitaron, seguramente estarán allí para ayudarte. No podemos ser indiferentes a quienes sembraron en nosotros.
Ayudar cuando alguien lo necesita es servir a Dios.
“Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones. Proverbios 19:17 (NVI)
“Pero el generoso pensará generosidades, y por generosidades será exaltado”. Isaías 32:8
Cuando nos vaciamos estamos listos para ser llenos de nuevo. Si retenemos todo corremos el riesgo de que las cosas se pudran y se pierdan. Dar es abrir la puerta a un fluir, toda agua estancada corre riesgo de pudrirse, pero las aguas que fluyen, que reciben y dan entre ríos y el mar siempre mantienen vida.
Una advertencia
“Muchos buscan el favor del generoso, Y cada uno es amigo del hombre que da”. Proverbios 19:6
“Muchos buscan el favor del generoso, Y cada uno es amigo del hombre que da”. Proverbios 19:6
Ser generoso puede acarrear un riesgo que es atraer a los abusadores y vividores. Dar no significa dejarse aprovechar por los oportunistas, si das, da con sabiduría. Dios te guiará a dar siempre en el momento y lugar preciso. Quienes quieren abusar dando lástima para sacarte algo, están produciendo que nadie les quiera dar. Porque uno recibe por caer en gracia con las personas, uno recibe porque Dios te da esa gracia, pero no se recibe por manipular con lástima.
Dios recompensa la siembra.
“La dádiva del hombre le ensancha el camino Y le lleva delante de los grandes”. Proverbios 18:16
“La dádiva del hombre le ensancha el camino Y le lleva delante de los grandes”. Proverbios 18:16
Siembra, siembra y siembra, los hombres te recompensaran y Dios nunca te fallará. Aprendé a sembrar de todo, un abrazo, escuchar, tiempo, una palabra de ánimo, un regalo especial, una llamada para saludar a alguien, tus conocimientos, tu dinero, tu ayuda, etc. Debe ser nuestro estilo de vida, si damos a Dios que no vemos y creemos en fe, también daremos a los hombres. Dar a Dios te exaltará, dar para su obra te llenará de paz, salud y prosperidad.
“Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto”. Prov. 3:9-10.
En el reino de Dios hay registros minuciosos y ordenados de todos nuestros buenos actos. Si serviste a Dios con alegría y dedicación por años, tu recompensa vendrá sin duda.
Esteban Correa
En el reino de Dios hay registros minuciosos y ordenados de todos nuestros buenos actos. Si serviste a Dios con alegría y dedicación por años, tu recompensa vendrá sin duda.
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