miércoles, 25 de julio de 2012

LA TORMENTA (REFLEXIÓN)



Kirby había esperado toda la semana por este día. Él y su mejor amigo Austin habían juntado todo tipo de envases para usar como moldes en su castillo de arena. Hasta habían dibujado un plano. Este año, sabían que podrían ganar el premio por el mejor castillo de arena de su categoría.
Llegaron temprano a la playa y marcaron su área. Se pusieron a trabajar enseguida. Había niños de todas las edades construyendo castillos de arena. El de Kirby y Austin adelantaba rápido y se veía magnífico.
Kirby acabada de volcar el último molde de arena sobre la torre cuando un niño que perseguía a otro, muy robusto, pasó corriendo. Justo cuando el niño grandote llegó al castillo lo saltó, pero el que lo perseguía no tenía piernas tan largas y derrumbó una parte grande. Y lo peor, ambos rieron mientras se alejaban corriendo. Austin estaba atónito, pero Kirby estaba furioso
-¡NO…NO…NO! -gritó-. ¿POR QUÉ? -entonces tomó el cubo más grande y comenzó a derribar el castillo mientras gritaba. Echaba arena a todas partes y en segundos el precioso castillo ya no existía.
-¡Kirby! -le gritó Austin-. Lo podíamos haber arreglado. Oh, ¡qué mal!
Austin se alejó.
La mamá de Austin, que los había acompañado a la playa, se acercó y se juntó junto a Kirby.
-Kirby -le dijo-, cuando permites que tu ira ye indique qué hacer, nadie gana. Tú, menos que nadie. Al final, fuiste tú con tu ira quien destrozó el castillo, y no esos niños.
Cuando alguien te hace enojar, cuenta hasta diez antes de actuar o hablar. Pídele a Dios que te ayude a no responder con ira.
La ira en sí daña más que la condición que lo causó.
Controla tu ira.

domingo, 22 de julio de 2012

TU MISIÓN EN LA VIDA

Tu misión en la vida es la mejor de todas; porque haces las veces de Cristo. Ser otro Cristo en la tierra, realizar las mismas tareas que Él, vivir una vida lo más parecida a la suya, salvar almas, glorificar a Dios.

La misión no la buscaste tú, te la dieron graciosamente por amor. Tómala con respeto y lánzate a vivirla en plenitud. ¡Envidiar otras tareas, otras misiones! Miope debes estar para embrujarse con el trabajo del joyero y del empresario; la joya preciosa la tienes tú, y la empresa mejor es la tuya; el afán de desear las peras del huerto vecino, aunque las del tuyo sean mejores, es una tentación muy humana.

Aprende a valorar y amar lo que verdaderamente importa; deja encandilarse a los otros por las cosas que pasan y nada dejan, aférrate a lo eterno, a lo que llevarás contigo, cuando cruces la frontera.

Cristo vivió los 33 años de vida humana más ricos y maravillosos que jamás se hayan vivido, y los llenó de amor, de obediencia, de las grandes virtudes; los vació de todo lo que constituye gran ganancia para los hombres. Hay muchas vidas que se parecen a la suya: son las vidas de los mejores.







Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net

miércoles, 30 de mayo de 2012

LA COMPASIÓN


La compasión es una virtud muy familiar, tan familiar que nos puede resultar difícil definirla.

Sentimos compasión ante un niño pordiosero, ante un anciano enfermo, ante la noticia de un secuestro, ante la soledad de una esposa o de un esposo abandonado.

Sentimos compasión a todas las edades: el niño percibe cuándo sus abuelos o sus padres están tristes y busca consolarlos. El joven siente pena al ver sufrir a quienes ama, o a personas que encuentra por la calle. El adulto capta y participa en el dolor de otros, niños, jóvenes o adultos. El anciano acoge con gratitud la compasión que recibe, y sabe también ofrecer su cercanía a quienes sufren a su lado.

Nos damos cuenta de que la compasión no se limita a un sentimiento. Va mucho más adentro, porque permite unirnos y participar, de corazón a corazón, con el sufrimiento de alguien, cercano o lejano, que tiene nuestra misma humanidad, que necesita la ayuda del consuelo.

Intentemos definir esta virtud. Compasión significa sufrir con el otro, participar en el dolor ajeno con el sentimiento y con una actitud del alma que nos lleva a acompañar, a consolar, a remediar los males de la persona hacia la que sentimos compasión.

Porque tenemos compasión, somos capaces de colocarnos en el lugar del otro y preguntarnos: ¿qué necesitaría, qué pediría yo si estuviese en esa situación? Si doy la respuesta justa, descubriré que tengo que ponerme a trabajar: el dolor físico o moral de alguien ha entrado en mi corazón y me impulsa a hacer algo para aliviar sus penas.

En el pasado (también en el presente) ha habido quienes consideraron la compasión como una virtud pobre, despreciables, para personas frágiles. Los estoicos, por ejemplo, creían que dejarse llevar por la compasión era un signo de debilidad, de flaqueza. Un autor estoico dijo que la misericordia era un defecto, y que tener compasión no era algo propio de los sabios. Kant tampoco apreciaba mucho la compasión, pues pensaba que un hombre se “rebajaba” si escogía actuar según un sentimiento de afecto hacia el otro en vez de seguir la férrea ley del deber.

Aristóteles, en cambio, apreciaba mucho la compasión: la veía como una virtud muy importante para la vida del ser humano. Señaló, además, uno de sus motivos más frecuentes: sentimos compasión hacia quien padece un mal penoso porque pensamos que también puede ocurrirnos algo parecido a nosotros o a nuestros familiares.

Junto a los filósofos, también las religiones hablan de esta virtud. Los cristianos basan la compasión en el ejemplo de Jesucristo, a quien ven lleno de ternura y de cariño hacia los enfermos, los pobres, los pecadores. Cristo mismo enseñó cómo vivir esta virtud con una parábola magnífica, la del Buen Samaritano, que encontramos en el capítulo 10 del evangelio de san Lucas.

En el camino de nuestra vida habremos encontrado personas compasivas. A muchos viene a la mente el ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta. Ve a un hombre carcomido por la enfermedad y la pobreza. Siente el olor de su carne herida y sucia, percibe el peligro de un contagio, nota que la muerte llegará pronto.

Madre Teresa no se detenía al ver tanta miseria. Su compasión la llevaba a descubrir, bajo un manojo de carne y huesos, a un ser humano necesitado de ayuda, de cariño, de consuelo. Lo recogía de la calle, lo llevaba a un dispensario, lo abrazaba con ternura, lo curaba y nutría, lo acompañaba hasta la llegada de la muerte. Madre Teresa, como tantos miles y miles de hombres y mujeres de buena voluntad, era simplemente compasión en marcha.

En concreto, ¿cómo se vive la compasión? Hay que empezar en casa: percibir los dolores, problemas y angustias de quienes están a nuestro lado; acercarnos a ellos con una simpatía profunda que les permita sentirse acompañados y apoyados en sus dificultades.

Luego, hay que saber aplicar la compasión en el trabajo. Si uno tiene alguna responsabilidad directiva, buscará comprender a quienes tiene que dar órdenes. Si uno es un empleado, tratará a sus compañeros no sólo con respeto, sino con una intuición fina que sabe percibir si tienen necesidad de algo.

La compasión nos abre incluso más lejos: hacia los extraños. Ese niño que nos mira con ansiedad junto al semáforo. Esa anciana que tiene miedo de cruzar la calle si nadie la acompaña. Ese enfermo que está sólo en un hospital y que sentirá una dicha insuperable si tiene a alguien que le acaricie la mano y le hable al corazón...

Con un alma abierta y una voluntad decidida, la compasión nos llevará a ofrecer un poco de bondad y de dulzura a tantas personas que podemos encontrar a lo largo del camino de la vida.
Autor: Fernando Pascual, LC | Fuente: Catholic.net

viernes, 23 de marzo de 2012

Muerte en el aire

Mi marido estaba en un vuelo comercial y cuando estaban cerca de su destino, la voz del capitán se escuchó a través del altavoz trayendo malas noticias - "Una persona ha muerto en el avión."
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Conmoción e incredulidad fueron las primeras reacciones de los pasajeros. Cuando todo el mundo miró hacia atrás, vieron al hijo de un hombre muerto sollozando su duelo en silencio, aguardando solo con el cuerpo de su padre en sus regazos al final del avión.
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Mi esposo, sabía lo duro que esto era para el joven, pues mi esposo justo el año pasado había perdido a sus dos padres.
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Una vez superado el shock inicial de la noticia y lo que estaba sucediendo en el avión se levantó y pidió a la azafata un recipiente vacío y se fue a cada uno de los pasajeros y les pidió de cualquier expresión de amor para el joven afectado. La mayoría de la gente dio dinero. Otro caballero se levantó con otro recipiente vacío y le ayudó, ya que el primer contenedor se había llenado.
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El torrente de ayuda era conmovedor, fuese cual fuere lo que se recolectara era aceptado. Mi marido y el otro caballero fueron directo al lugar donde estaba el difunto y le entregaron lo recogido al doliente hijo.
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Mi esposo me dijo más tarde que un par de lágrimas corrieron por sus mejillas mientras pasaba por la cabina. Él se sentía identificado con el joven y su dolor, al mismo tiempo estaba impresionado por la bondad de los pasajeros y la forma en que se reunieron para ayudar.
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Hasta el día de hoy, mi marido aún recuerda vívidamente la reacción de aquel joven, la expresión que fue impresa en su rostro y las lágrimas de gratitud cuando fueron a darle las expresiones de apoyo de parte de los pasajeros.
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No era el valor material de las cosas, pero el simple hecho de que extraños se preocuparon por ser una fuente de fortaleza para alguien que ellos no conocían.
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Romanos 12:15
Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran.

lunes, 19 de marzo de 2012

En el 4to Piso

La empresa para la que trabajaba mi papá siempre proveía de apartamentos de alquiler para sus empleados, por lo general en edificios de varios niveles. Nosotros vivíamos en uno de esos edificios, en el 4to piso.
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Durante dos años, mi papá estuvo enviando su solicitud de un apartamento en el primer piso. Así sería más fácil para mi mamá pues había sufrido complicaciones después de su segundo parto. A ella se le había recomendado el reposo en cama y subir las escaleras todos los días era un poco difícil para ella. Por dicha, justo en esa época, la solicitud de mi papá fue concedida, mamá y papá se alegraron mucho, al fin nos mudaríamos a un apartamento en el primer piso de un edificio separado que estaba más cerca de la oficina de mi papá.
Sin perder tiempo, hicimos la gran mudanza el sábado siguiente, estábamos emocionados. El lunes siguiente, cuando mi papá volvió del trabajo y estaba a punto de entrar en la casa, vio a una anciana y su antiguo esposo luchando por llevar una silla de ruedas por las escaleras. Él quedó impresionado y conmovido.

Cuando corrió a ayudarlos, dijo la señora, "No te preocupes, hijo, ya estamos acostumbrados, hemos hecho esto durante los últimos 15 años por nuestra hija con discapacidad, Dios lo bendiga por su ayuda de todos modos".
Las palabras de aquella anciana aunque un tanto tristes pero llenas de amabilidad, hicieron que mi papá sintiera un millar de agujas pinchándole el corazón. El sábado siguiente, mi mamá y papá intercambiaron el apartamento con la pareja de ancianos y volvimos de nuevo a nivel 4 en el edificio.

Todavía tengo en mi memoria, incluso ahora cada vez que la pareja de ancianos se encontraban con mi papá en cualquier lugar, siempre le miraban con bendiciones en sus ojos llorosos diciendo, "Ángel!" siempre me decían, "Tienes un ángel por padre!" estas palabras trajeron lágrimas de orgullo a mis ojos cada vez ... Incluso ahora, cuando estoy escribiendo.
Hechos 20:35 "Más bienaventurada cosa es dar que recibir" Proverbios 14:21 "Peca el que menosprecia a su prójimo: Mas el que tiene misericordia de los pobres, es bienaventurado.

miércoles, 7 de marzo de 2012

DECIDE AYUDAR A OTROS

¿Conoces a alguien que está enfermo y necesita ayuda?
A lo mejor puedes barrera las hojas de los árboles a la entrada de su casa; ayudarlo a limpiar su casa, o hacer un mandado.
Cualquier cosa que decidas hacer alegrará a tu amigo y complacerá a Dios también.
Gálatas 6:2
Hay una gran diferencia, y extraordinariamente significativa, en­tre intentar cambiar al otro y ayudarle. Cuando ayudas a alguien le ayudas a ser él mismo; cuando intentas cambiar a alguien, in­tentas cambiarlo de acuerdo con tus ideas.
Cuando intentas cam­biar a alguien intentas hacer una fotocopia. No te interesa la per­sona; tú tienes cierta ideología, una idea fija, un ideal, e intentas cambiar a la persona de acuerdo con ese ideal. Lo más importante es el ideal, el ser humano en sí no te importa nada.
Solo hay una forma de amar a las persona y es amarlas tal como son. Y ahí está la belleza: cuando las amas como son, cam­bian. No según tu criterio sino según su propia realidad. Cuando las amas se transforman. No se convierten; se transforman. Se vuelven algo nuevo, alcanzan nuevas alturas del ser. Pero eso su­cede en su ser y de acuerdo con su naturaleza.

martes, 28 de febrero de 2012

INICIAMOS GRUPO DE ORACIÓN

 
Hace un tiempo yo cree una pagina llamada Oración de Cristal, la cual es en honor a Nuestra Madre la Virgen Maria, yo soy devota de ella, puesto que en mi corazón siempre la he amado y considerado nuestra mamá, solo un par de ocasiones me dio el regalo de verla, y desde ese dia mi amor por ella se acrecento mas, por diversos motivos personales, no habia podido llevar a cabo el grupo de oración aunque siempre he tenido la intencion y deseo en mi corazón, gracias a los angeles que les pedi me trajeran personas que de verdad creyeran en ella, y les gustara hacer el santisimo rosario , para poner iniciar este hermoso grupo. Es por eso que el dia de hoy, invito a todas las personas que quieran participar, por ahora somos dos personas, que estamos comprometidas con esto, pero se que llegaran más y más, estoy muy contenta, puesto que esto de orar y no solo pedir por nuestras necesidades, sino pedir por la de nuestros hermanos es lo mas hermoso que podemos sentir y es algo que me llena completamente

Iniciaremos este viernes con el favor de Dios en la ciudad de Cali, a los interesados me envian un email y les comento la hora y el lugar, y a las personas que sean de otras ciudades y paises, los invito tambien hacer una cadena y orar a la misma hora y pedir por nuestros hermanos a los cuales tambien invito a dejar sus peticiones para orar por ellas

miércoles, 18 de enero de 2012

COMPARTIENDO LA LUZ

¡Qué paz trae a nuestro corazón la seguridad de caminar por la vida en el camino correcto!

¡Cómo en este caminar de nuestra vida, el ejemplo de las personas deja una marca imborrable!

Tantas y tantas experiencias en donde hemos visto y tocado con nuestras manos y corazón la bondad, la servicialidad, una muestra de cariño, un consejo, o la ayuda en un momento difícil de nuestra vida; estoy seguro que ese gesto no ha caído al vacío, no se ha perdido. Todos tenemos un importante papel que desempeñar, todos estamos llamados a ser luz, apoyo, guía de los demás; en definitiva, todos necesitamos de todos para llenar nuestra vida de la verdadera luz, la luz de Dios, que es la luz del amor y de la felicidad.

Un filósofo contó a sus discípulos la siguiente historia:

"Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo y uno de ellos logró encender una pequeña tea; pero la luz que daba era tan escasa, que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendiera su propia tea, y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó".

Uno de sus discípulos preguntó: -¿qué nos enseña maestro este relato?

Y él contestó: -Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario, la hace crecer. El compartir nos enriquece en lugar de hacernos más pobres. Los momentos más felices son aquellos que hemos podido compartir.

Que Dios nos dé siempre la luz para iluminar a todos los que pasen por nuestro lado.

La verdadera amistad es flor, que se siembra con honestidad, se riega con afecto y crece a la luz de la comprensión. Si una vela enciende a otra, así pueden llegar a brillar miles de ellas. De igual modo, si iluminas tu corazón con amor, puede que ilumines a otro corazón. Mi deseo en este día para tí es: que sonrías, que seas amable, que te muestres interesado por las personas, y así, tu luz brillará y ésta hará que otra luz se encienda cerca de tí. Hoy nos toca a nosotros.

En los años que llevas de vida ¿a cuántos has iluminado?, ¿con quién has compartido tu luz? Espero que no te hayas cansado de seguir haciéndolo, porque lamentablemente los hombres somos así, nos cansamos.

Recuerda: Que tu luz, si no la compartes, seguirá siendo oscuridad; tu luz, nos diría Jesús, no es para que la escondas debajo de la cama o en el armario de tus egoísmos, es para que ella, uniéndose a todos los que queremos iluminar a este mundo, se sume a la gran antorcha humana, que en definitiva es el reflejo de Dios en el mundo.

Tú eres importante ¡y vaya que sí lo eres! y todos esperamos mucho de tí. Comparte hoy tu luz y verás ¡qué feliz serás!

Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net

lunes, 9 de enero de 2012

Gozar de la Sensación de Ayudar a Los Demás.

Lo que eres capaz de hacer por una persona sin obtener Beneficio alguno, es precisamente lo que más Beneficio te reporta.

La vida nos da muchísimas oportunidades para ayudar al prójimo todos los días. Dentro de nuestras posibilidades esta la oportunidad de ser generosos, porque si se nos presentan estas experiencias, es seguro que las generamos nosotros para sentirnos bien viviéndolas.
Es importante saber cuándo de verdad puedes ayudar o no. Primero tiene que ser un sentimiento sincero, salirte del corazón, no se ayuda por obligación sino por devoción. En ese instante tu das lo mejor de ti y no importa si recibes al mismo momento, no necesitas que te den las gracias, tú ya recibes, porque sientes el gozo de tu ser interior vibrando por la alegría de ser.
Lo más increíble que me resulta es que aunque puedas prestar la misma ayuda a la misma persona, o a otras, la sensación siempre es diferente y además se incremente. Es como si te enganchara el ayudar a otras personas. Tienes un subidón pero sin drogas, tu cuerpo genera hormonas de la felicidad y ese torrente de Alegría circula por tu cuerpo, contagiándolo todo a tu alrededor.
Algunas personas que incluso te quieren pueden no entender porque te entregas y das a los demás, incluso pueden llamarte iluso o necio. Pero no solamente no eres un tonto, sino que muy inteligente diría yo. Has descubierto la manera más fácil, corta y sencilla de ser Felicidad, y es poniendo tu granito de arena para hacer más felices a otros.
Desde este punto de vista, tener el don de poder ayudar es un privilegio. Que el Universo provea esas circunstancias tan concretas para desarrollar ese don, es un milagro, y lo mejor de todo es que ese milagro ocurre todos los días, e incluso varias veces al día. ¿Qué más se puede pedir?
Si crees que las personas quieren aprovecharse de ti, ves que hay mucha gente que solicita tu ayuda, y tienes dudas de esta ayuda sea justificada. Posiblemente es el universo que te está poniendo a prueba. Es tu mente la que analiza en términos de dar y recibir y de que puedes perder en este intercambio. Eso es imposible, nunca puedes perder cuando das con el corazón. Si se te generan estas experiencias a menudo, quizás sea el don tuyo el de dar y quizás están poniéndote las oportunidades que necesitas para darte cuenta.
Plantéate probar a dar, generosamente, sinceramente por lo menos a modo de prueba y a ver cómo te sientes. Quizás sea este el verdadero propósito de tu vida. Me alegro por ti. Goza de la sensación de ser útil a los demás.

Gracias, Gracias, Gracias

sábado, 7 de enero de 2012

AYUDAR A LOS DEMAS

Autor: Adhemar Cuellar
Así que no debemos cansarnos de hacer el bien, porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos. Por eso, siempre que podamos hagamos bien a todos, y especialmente a nuestros hermanos en la fe. (Gálatas 5,9-10)
En clase de catecismo el Sacerdote  les enseñaba diciendo:
-Recuerden niños, uno está en este mundo para ayudar a los demás.
Uno de los niños confundido pregunta:
Padrecito tengo una duda al respecto ¿y para qué están los demás?…
Si usted dedica su vida, su tiempo, su dinero para ayudar a los demás,  al conocer que muchas personas ni siquiera le dicen gracias, otras tantas son indiferentes, usted puede caer en la terrible tentación de preguntarse como el niño ¿y para qué están los demás?  Esto hace que muchas personas dejen de hacer el bien, dejan de ayudar  al prójimo.
Ante la indiferencia de los demás por unirse a nuestra lucha de hacer el bien, no tenemos que cansarnos,  de ninguna manera debemos dejar de hacer el bien porque si no nos desanimamos a su debido tiempo cosecharemos. (Gálatas 5,9)
Acuérdense  de esto: El que siembra poco, poco cosecha, el que siembra mucho, mucho cosecha (2da Corintios 9,6)
Mi experiencia en estos años de hacer el bien me ha llevado a experimentar y vivir  las palabras de Cristo: “Hay mayor felicidad  en dar  que en recibir”  (Hechos 20,35)
Un día Gustavo, aconsejaba  a su hijo Tavito de cinco años,  reiterándole varias veces: “hay mayor dicha en dar antes que recibir”.
- No te olvides hijo mío   “es mejor dar que recibir”  le recordaba a su pequeño hijo.
Terminados los consejos para Tavito,  sale al parque a jugar con sus amiguitos, uno de ellos empieza a molestarlo, y terminan peleando.   Al escuchar el alboroto del combate infantil, Gustavo   corre y detiene la pelea.   Ya en casa Gustavo reprende a su hijo   por la pelea con su amiguito.  Entonces el niño con la inocencia de la edad y apuntando con el dedo a su papa le dice:
-Tu tienes la culpa papa,  tú me dijiste   que es “MEJOR DAR QUE RECIBIR”…
Nunca olvidemos hermanos que hay mayor dicha en dar antes que recibir,  por eso sigamos  haciendo el bien, continuemos  dedicando tiempo y dinero en el Reino de Dios,  continúenos  sembrando en la vida de los demás,  sigamos  ayudando a los demás.
Oración: Padre bueno, hoy queremos pedirte que renueves en nosotros el don de la generosidad, regálanos Señor la gracia de poder seguir adelante invirtiendo tiempo y dinero para hacer el bien, queremos seguir ayudando a los demás sin desanimarnos.  Te pedimos por todos los que se han privado de mucho, por hacer el bien, que ellos puedan vivir y experimentar lo que tú nos enseñaste: Hay mayor felicidad en dar  que en recibir” Amen
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